BIENVENIDOS...

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BIENVENIDOS A TODOS...A veces no nos dàn a escoger entre las làgrimas y la risa,sino solo entre las lagrimas,pero hay que saber decidirse por las màs hermosas...BIENVENIDOS LOS TRES:VOS,TU RISA,Y TUS LÁGRIMAS...

abril 15, 2015

CARTA DE RENÉ (CALLE 13),A EDUARDO GALEANO ANTE SU PARTIDA...

Publico ésta carta ante la desaparición física de Eduardo Galeano,fué escrita en su facebook,y es mi sentir si hubiese tenido la chance de conocerlo,o compartir una charla con él,tan solo lo escuché y lo vi en la televisión y me hubiese gustado escucharlo durante horas,porque era un gusto oir sus pensamientos e ideas,y en esta carta hay reacciones que me hubiesen ocurrido a mi mismo,por sentirme tan identificado con el sentir y con sus ideas,por eso la vuelvo a editar en este blog.Los que la leyeron pueden re leerla,los que no la leyeron disfrútenla.Publico una foto de ése momento,y desde éste blog envío una despedida a EDUARDO GALEANO...GRACIAS SR. ESCRITOR por abrir la mente y las venas de América Latina.

"Eran como las dos de la tarde. Luego de intercambiar varios correos electrónicos el encuentro se hacía real. Estaba por conocer, no solo a uno de los escritores más grandes de Latinoamérica, sino que también al único escritor que fue capaz de capturar la atención de un niño índigo, que ahora de adulto carga con un déficit de atención y que vive en una nube de un país que no existe.Después de 3 cuadras doblando hacia la derecha, nos refugiamos en un pequeño restaurante italiano. En la mesa había pastas al dente, pan, aceite, un poco de pimienta y vino. Al principio me sentía nervioso, no sabía cómo empezar, sobre qué temas hablarle. Tenía frente a mí un libro abierto mientras tomaba vino y me iba sintiendo como un libro sin letras. Como si fuera poco, en mi cabeza se hacía cada vez más recurrente el aviso de que soy un tipo que patinó por 5 escuelas en Puerto Rico antes de graduarse, sin ningún credencial intelectual, con muy pocas lecturas en la cabeza y con una facilidad increíble para perderse en cualquier conversación. Sabía que al final sería delatado por mis ojos espaciados que miran sin mirar y atienden sin atender.Solo tenía una forma de sobrevivir a este encuentro, así que decidí confesarle mi 'padecimiento'. Por alguna extraña razón, en ese momento todos los platos, vasos y cubiertos dejaron de hablar para escucharme decir: 'Eduardo, tengo un problema, soy muy despistado y a veces se me hace muy difícil seguir una conversación'. A lo que él me contesto, 'yo también soy despistado y de los peores'. Desde ese momento en adelante todo fluyó de forma natural, como si fuésemos amigos de antaño. Eduardo empezó a hablar mientras mi esposa y yo escuchábamos. Fue como escuchar al tiempo narrando historias.Compartió los escritos que tenía en una de sus libretas miniatura, donde escribía una idea por página. En ese momento andábamos por la ciudad de Nueva York. 'Las ciudades resuelven el 90% de los problemas que ocasionan', leía uno de los escritos en aquella pequeña libreta.Nos contó sobre todos sus viajes por Latinoamérica, el tiempo cuando acampó con mineros en Chile, las historias de sus amigos arrojados desde un avión con las tripas al aire durante la dictadura en Argentina, sus años en la revista, su tiempo en España. Nos habló sobre su familia, su compañera, sus hijos, su sobrina, sus amigos escritores, sus no tan amigos escritores, sus encuentros, sus despedidas; toda una vida contada frente a una mesa a la que le salieron raíces y ramas que rompieron las ventanas de aquella tarde que ya era noche.El vino no se acababa y nunca se acabó, porque siguió merodeando por nuestras cabezas hasta nuestra salida de aquel pequeño restaurante. Y así, amarrados hombro con hombro, como si fuéramos compañeros de toda una vida, nos acompañamos hasta llegar a su hotel.Le pregunté si necesitaba ayuda para llegar a su habitación y me miró con la cara de alguien que sobrevivió momentos mucho peores que una subida de elevador con tres botellas de vino en la sangre. Lo entendí totalmente, así que decidí darle un abrazo. Luego del abrazo, apretándome con fuerza la mano con la que escribo y casi hablándome con los ojos me dijo, nos volveremos a ver. Así me despedí de una de las mejores historias que viví, el mejor de los cuentos.

Gracias por ese día Eduardo. Te queremos mucho, René, Sol y Milo"

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